CRISTALINO

A veces los cristales reflejan. Según la luz que les llegue y el ángulo con el que los mires. Como casi siempre lo miraba de frente, era capaz de ver algunas cositas.

Si apagaba la luz, se reflejaba a través del cristal una luz rojiza que entraba por el gran ventanal que daba a la terraza del piso contiguo. Cuando tenía estos momentos de lucidez, conseguía concentrarse tanto en ese cristal que hasta parecía escuchar lo que decía, parecía desarrollar una especie de empatía que le hacía entender la mísera vida de aquel trozo transparente de materia. Aquel cristal que había sido creado para observar mares, montañas, llanuras salvajes e indómitas, y quizás también, algún que otro animal salvaje y gigante, pero que por casualidades del destino, malas decisiones y alguna que otra amistad no productiva, había acabado asomado a una “bocacalle” y a la terraza de un piso sin creatividad arquitectónica ninguna, ni rastro de naturaleza.

En estos pensamientos podía permanecer aislado durante segundos, aunque para él parecían horas, ya que su cerebro "millenial" llevaba años alimentándose de destellos continuos de contenido audiovisual y píldoras de información que pudieran resumirse en lo que duraba el estribillo de una canción o un baile con tres movimientos de articulaciones básicas y dos movimientos de cadera y cuello más complicados.

Justo entonces cuando casi podía ver la luz, alcanzar la sabiduría y entender su propósito de vida, le llegaba una notificación al móvil indicando la publicación de un nuevo artículo de okdiario: “las 12 razones por las que comer aguacate los lunes por la tarde”. Era ahí, cuando de repente volvía en sí y justo antes de mirar el móvil y disponerse a ampliar sus conocimientos acerca de esta fotogénica fruta, se veía reflejado. Conseguía verse, a él mismo, a aquel que parecía haber nacido para observar lo mismo que el cristal o incluso más, pero que a veces parecía estar al mismo nivel o incluso un paso atrás.