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¿CUÁNTO TIEMPO VIVE UNA MOSCA?

  • Foto del escritor: Carlos
    Carlos
  • 2 may 2020
  • 3 Min. de lectura

Vuele boca abajo o de espaldas, una mosca se escapa de cualquier parte con probada soltura.


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Esa tarde Joaquín tiró de mantita y netflix. Para aquellas ocasiones, Joaquín era un tipo bastante meticuloso. Todo aquello relacionado con su propio placer le llevaba a una conducta tirana consigo mismo y con quién le rodeara por complacer su hedonismo. Planes sin fisuras, organizados con suficiente antelación y estrictamente puntuales.

El resto del tiempo su cabeza sólo era capaz de reproducir un ruido parecido al que se escucha cuando alguien te llama por teléfono en mitad de un temporal o una ventisca. Llevaba así desde que tenía sus primeros recuerdos, que y bastante curioso, estaban relacionados con el viento. Con aquel viento que le tiró de la bicicleta dejando sus rodillas y codos cuál mesías de una religión postmodernista basada en la autoflagelación como forma de último perdón.

En la apabullante y veloz urbe en la que estaba viviendo Joaquín desde el 2013, no había tiempo para pensar si el ruido venía de dentro o de fuera, que era lo más común, ya que en aquella avenida nunca paraban de pasar coches ni personas con sus respectivas historias y problemas, y que casi siempre eran bastante ruidosos. Nadie tenía problemas en voz baja, o eso era lo único medianamente profundo que había reflexionado en cerca de 8 años que llevaba allí. Fue una noche que se asomó al balcón porque en antena3 dijeron que habría “superluna”. También sacudió el mantel con restos de la cena.

Volviendo a aquella tarde, todo parecía haberse truncado. Tras comprobar que la alfombra estaba alineada con el sofá, la cortina entrecerrada y el volumen del televisor en un número par, sólo faltaba elegir cuidadosamente el contenido audiovisual del que disfrutaría ese sábado. Sábado 25 de abril de 2020.

Cuatro horas de auténtica agonía mental por no ser capaz de seleccionar nada lo suficientemente entretenido, no especialmente largo, y que uniera algo de suspense y aprendizaje, le hicieron parar de golpe y tirar el mando detrás de la cómoda que conservaba del mobiliario que su casero dejo abandonado en el piso. De nuevo, comenzó ese ruido, y para salir de él sólo pudo centrarse en una mosca de tamaño normal y vuelo ajetreado que provenía de la puerta que daba a la cocina.

Vuele boca abajo o de espaldas, una mosca se escapa de cualquier parte con probada soltura. Sin embargo, y esto iba en contra del estado en que Joaquín se encontraba, él mismo se dio cuenta de que las condiciones físicas de un ser humano son bastante limitadas comparadas con las de su acompañante. No hablamos de recorrer grandes distancias en un periquete, de sentir la libertad al planear del marco de la puerta a la lámpara central del salón o de exhibir unos reflejos sobrenaturales para esquivar, cada vez que se acercaba, el trapo mugriento que sostenía en su mano Joaquín para acabar con ella. En aquel momento, lo único que parecía importar de aquel animal, era su capacidad de concentración e inventiva para salir triunfante de todos los escollos que se había encontrado en los últimos 140 segundos.

Este hecho cayó sobre Joaquín de forma estrepitosa y repentina. Llevaba sin sentir nada así desde la última vez que “El Fitu” le había quitado el bocadillo en el recreo tras una colleja inmensa y que aún erizaba su piel cuando era recordada.

Su visión le alcanzaba a ver varias azoteas, una nube sin forma aparente y cuatro pájaros negriazules haciendo una especie de coreografía clásica sobre un cable bastante largo. No fue capaz de imaginar que había 200 metros más allá, por no hablar de la nube, ni de lo que pretendían aquellos pájaros que forcejeaban por unos momentos y se quedaban paralizados mirándole en otros. No sabía cómo se llamaba aquel pájaro. No sabía ni cómo había llegado a aquel barrio, cuando él había tardado casi dos meses en encontrar piso aquí. Entendía más o menos que aquellos cables llevaban luz, pero ni cómo ni de dónde venía .

No sabía, y esto era lo más triste, cuánto tiempo podría vivir una mosca, cuánto tiempo podría vivir esa mosca. No sabía si aquellas 4 horas que compartió con ella y sin prestarle atención en su salón, podrían haber sido las últimas de aquel animal. No sabía si podría perdonarse no haberlo sabido. No sabía ni supo, si la mosca le perdonó a él.

...


¡Ah!, por cierto, una mosca vive entre 10 y 15 días.

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