SUERTE
- Carlos
- 8 feb 2018
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 9 feb 2018
Nada parecido al juego y a los amores.

Le venía dando vueltas ya desde hace tiempo, había oído algo, leído, visto, hasta casi olido, pero sobretodo había hablado sobre ello con gente cercana y más cercana: ¿es suerte o no?
Pero claro, cuando compartes algo con quién piensa como tú, pues normal que te creas que es la mejor opción, la auténtica respuesta o la verdad definitiva. Ahora, vete lejos, discute con ese que no conoces, ese que viene de más lejos que tú o ese que casi ni habla tu idioma. Entonces, ¡¡uff!!, la cosa cambia, o a lo mejor no tanto, pero esta claro que te toca un poco los intestinos, que te deja con el culo torcido, que te vas a casa pensando que no eres el ombligo del mundo, que a lo mejor hay unas cositas fuera que se te escapaban o que creías que ni estaban ahí.
Pues eso es lo que pasó, y pasó unas cuantas veces, hasta que ya me hizo ver que quizás no era casualidad, que no era una teoría o idea que rondaba mi cerebelo, una moda pasajera, me hizo ver que aquello que pensaba tenía algo de sentido, por lo menos para mí.
- Mirando atrás, creo que tuve y sigo teniendo suerte - así es cómo comenzaban la mayoría de las conversaciones - que al final lo que más importa es tu círculo de gente - siempre decía, y siempre afirmaba que tenía uno más o menos sólido, que crecía unas veces y disminuía otras, pero de forma casi exacta para equilibrar mi cabecita y corazoncito.
Y claro, siempre hablaba de eso, y lo hablé con los del pueblito, con los de la capital, en el instituto y la universidad, jugando al basket, lo hablé en el piso, lo hablé de día y alguna que otra noche, con música de fondo y en silencio, con ropa y sin ella, lo hablé en España y fuera de ella, con gente joven y menos joven, con los que votan a unos y a los otros, pero, y por encima de todo, lo hablé conmigo mismo.
Y fue de camino a Cuzco, cuando, de repente y dispuesto a comenzar el discurso de siempre, Lisa, que fue, de casualidad, la alegría y el Pepito Grillo de mi último viaje por Sudámerica, se ríe y me dice con su acento brasileño: "¿suerte de qué?, ¿a qué llamas suerte?".
Sólo esa respuesta, su normalidad y una sonrisa de certeza y afirmación, hicieron que sonara clic en mi cabeza: que atraes lo que eres, que atraes lo que quieres, aunque sea pensándolo con todas tus fuerzas o por mero instinto. Que, al final, te rodea el que alguna vez, y aunque sólo por un segundo de su vida, se pareció, compartió y vivió algo contigo y como tú.
Y que no suene poco humilde, que sólo llegué a esa conclusión después de muchas conversaciones, después de miles de momentos con vosotros, y después de escuchar miles de quejas, después de ver como se culpa a todo aquello que va de nuestro pecho hacia fuera, a dioses, horóscopos y algún que otro tema místico más. Y es que eres lo que atraes, atraes lo que eres.
Sólo queda, entonces, saber si tuviste, tienes o tendrás esa buena suerte o no.
PD: Aclarar que hablo del factor social, evitando y dejando fuera otros factores o hechos de la vida misma, que por supuesto creo que no son así.
Comments