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¿TENER RELOJ O NO?

  • Foto del escritor: Carlos
    Carlos
  • 8 feb 2018
  • 3 Min. de lectura

Al igual que dediqué unas palabras a Brasil y su alegría, a Bolivia y su impresionantemente sencillez y a Chile y sus truquillos del día a día, os dejo unas cuantas cosas del Perú.



“Como os pasa a vosotros, que tenéis reloj, pero no tenéis tiempo”.

Perú tiene dos caras como la moneda, dos colores como el pelo de Cruela Devil, dos personalidades como el Dr Jekyll y Mr Hyde, tiene dos realidades o alguna más como Matrix, tiene día y noche, tiene lo de siempre y lo de nunca, tiene, según lo mires, dos formas de vida, tiene lo que quieres tú y lo que quieren ellos, tienen todo para ti y tienen todo (y muy pocas veces) para ellos.


Perú como cualquier parte del mundo es lo que tiene. Perú es una maravilla del mundo, con un amanecer que tuerce culos, quita estrés, reduce el colesterol y regula el tránsito intestinal, pero atento, que al salir el sol hordas parecidas a las de los caminantes blancos arrasan con todo lo vivo. Perú es una montaña de muchos colorines, que limpia pulmones, renueva ideas y alegra espíritus, pero que te recuerda el siglo 21, el dinero y su poder a cada paso de gringo que das en tu llegada. Perú son mercados, artistas y cocineros callejeros, que llenan oídos y barrigas, que casi no vacían bolsillos y que eliminan cualquier atisbo de cultura sibarita que se posea, pero cuidado con la comida local como los Whoppers o los muffins, que se parecen mucho a los que nos cuelan aquí. Perú son plazas, que aportan sabiduría, proveen de abrazos, organizan encuentros, dan paz y concentran la lucha de y a sus parroquianos, pero que a veces parecen un circuito donde se esquivan folletos, tours y souvenirs cuál Alonso en tiempos de Renault. Perú son muchas muchas cosas más.


Pero, Perú, y como cualquier parte del mundo, también es lo que no tiene. Perú no es organización, perfección y simetría en sus calles, pero ojo, que se contagia su naturalidad y desorden. Perú no es comodidad y puntualidad en su transporte, promoviendo contacto, miradas, sonrisas y algún que otro enfado, haciendo parecer, incluso, que la gente está viva, no como en nuestros veloces metros. Perú no es silencio, que cualquier cerveza, menú o servicio prestado incluye alguna muletilla. Perú no es el culmen de la innovación, pero no están atrás, van a su ritmo, con un mix de tradición y novedad, como un chullo de la marca Nike. Perú no es muchas muchas otras cosas.


Entonces, ¿es mejor lo que se tiene o lo que no se tiene? Pues ya estamos aquí, ya estamos como siempre. Entonces para que ser cansino, si vas a ser tú quién decida si ves lo malo en lo que tienes o lo bueno en lo que no, si es mejor adaptar lo tuyo a lo que quieren o seguir firme entre las otras preferencias, si es mejor o peor ser camaleón o ser único como un jodido ornitorrinco, si te quedas con tus cosas o quieres las de los demás, si eres un Perú o eres el otro.


A veces se tiene o no, pero tanto si tienes como si no, que sirva para algo, que como decía aquel tipo, al final acabas teniendo y no a la vez:


“Como os pasa a vosotros, que tenéis reloj, pero no tenéis tiempo”.



P.D.: Hablo siempre desde mi experiencia, y de las cosas positivas, y de forma muy resumida en pocos párrafos. Que Perú, como cualquier país tiene mucha mierda y mucho lujo, tiene clases, prejuicios, postjuicios y una economía activa incentivada (en gran parte y en los lugares más típicos) por nosotros, los turistas. Ya depende de ti ver unas cosas u otras, ver lo bueno o lo malo, lo fácil o lo difícil, lo suyo o lo tuyo.


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MondoRedondo

Soy yo, al que abres la puerta cuando dice esto mismo.

 

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